Finalmente el TSJM ha condenado al juez de familia Fernando Ferrín Calamita con más de dos años de inhabilitación para empleo o cargo público e indemnizaciones económicas a la demandante por retraso "malicioso" a la adopción de una menor que había sido solicitada por la compañera sentimental de la madre biológica. La condena aprecia el agravante de desprecio a la orientación sexual de la adoptante, lo que crea jurisprudencia, o lo que es lo mismo, presenta un precedente para casos similares que pudieran darse en un futuro.
Justicia es lo que se ha sentenciado, pues ¿cómo un juez nada más y ni nada menos que de familia podía estar en ese cargo si no cree en las familias diversas que cohabitan en España, y lo que es más peligroso si anteponía sus juicios morales a los juicios por lo que debía desempeñar su trabajo que es simplemente ateniéndose a las leyes?
Calamita podría decirse que ha sido subido a los altares del martirio católico por los fundamentalistas religiosos. Necesitaban un hombre santo que cumpliese con la fe que le dice que la ley de su Dios odia a los homosexuales aunque incumpliese las leyes del hombre. Pero si Calamita quiere eso que se meta a cura y no a juez de profesión. Tal vez como cura podría decir las lindezas homófobas con las que día sí y día también nos agreden estos iluminados de la Verdad absoluta. Este juez homófobo dice que hay quien piensa que no se puede ser católico y juez de familia; lo que no se puede ser, y a ver si se entera ya, es juez de un Estado de derecho y pasar de él para anteponer su ideología personal, en este caso religiosa. Quiere ser víctima el verdugo. Manipular la realidad para parecer el ofendido, el perseguido. No, Calamita ofende a gays y lesbianas y también a la inteligencia de las personas porque si no persiguiese a nadie con sus creencias homófobas todos en paz y cada cual con su vida.
Afortunadamente, Murcia no parece en todo un feudo ultraderechista.
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